viernes, 29 de febrero de 2008

La Ciudad de La Paz

Es tranquila, para ser una fiera tan puta, aún así es buena, aunque no deja de engañarnos a la menor provocación, no es guapa, simplemente es una mujer de proporciones dispares, que luce atractiva ante los marinos ciegos y ensordecidos por el silencio de los camiones.

Es ella, la que da placer y angustia, la que te besa los huevos, mientras tu pones los ojos en blanco, con tal de no dejarte ir nunca.

Con pocas luces de neon te cautiva y te soba el lomo después de una dura jornada de plusvalía, no hace falta tener espacios grandes, los que te da son suficientes para hacerte sentir amado cuando ella así lo quiera

Se sentó ahí, frente a ese hueco, en la esquina del baño,
lo pensó una vez mas, en su sonrisa, en el gesto de cariño, el abrazo
después... la cuerda vestida de un perfecto nudo.... lo pensó de nuevo
... sin aire, con las manos al cuello, después... su mirada, se puso en pie y pensó: quizá mañana lo haga, hoy estoy muy cansado como para morir, de nuevo la sonrisa, pero nunca el llanto.